martes, 21 de febrero de 2012

Sur de Laos

Nuestro primer destino en Laos ha sido Pakse. Es una pequeña ciudad cerca de la frontera con Tailandia, razón por la que la visitan muchos viajeros y porque es un buen punto de partida para explorar la meseta de Bolaven. 

Nada más llegar, como siempre, buscar alojamiento y luego, y también muy importante, encontrar un sitio bueno, bonito y barato para cenar.

Lo de bueno y barato, pues sí, pero lo de bonito...

En Pakse no hicimos gran cosa. A la mañana siguiente fuimos a Correos a echar unas cartas, compramos el billete para ir a "Cuatro mil islas", dimos un par de vueltas por el pueblo y  de la forma más tonta ya habíamos matado el día.


Uno de los mercados de Pakse

Otra modalidad de tuc tuc
El tercer día en Laos comenzó con el  viaje a Don Det. A las ocho de la mañana, nos montamos en una furgoneta de once plazas, trece personas. Más de tres horas allí dentro sin espacio ni para apoyar la espalda. A mitad de camino, hicimos una parada para ir al baño y coincidimos con un azpeitiarra y un pamplonica que viajaban con un argentino, de cuyos nombres no conseguimos acordarnos y que iban también a Don Det, pero en otra furgoneta. ¡Qué gusto da encontrarse con gente de la tierra!




Don Det es una isla del Mekong en el sur de Laos, a muy pocos kilómetros de Camboya. Al bajar de la lata de sardinas, nos indicaron la taquilla en la que teníamos que comprar el ticket para el ferry y nos timaron 10000 kip (un euro aproximadamente) por comprarlo allí en lugar de hacerlo en el embarcadero. El mencionado ferry es una barquichuela más pequeña que la que cruza de San Pedro a San Juan y en la que compartimos un viaje singular con nuestros compatriotas y su amigo, el argentino, tocando el ukelele.



Llegamos hasta una playa y para desembarcar, sumergimos nuestros pies en las prístinas aguas del río Mekong y una vez en la arena, empezó la carrera para la búsqueda de alojamiento. Al principio, embelesados con el paisaje y el ambiente relajado que se respiraba, todos los recién llegados íbamos juntos. Pero tras preguntar en varias guesthouses y comprobar que estaban todas ocupadas, aquello se convirtió un poco en un "sálvese quien pueda". Finalmente, aunque un poco cara, encontramos una cabañita de madera con vistas al río.





Este es uno de esos lugares del que nos ha dado pena irnos y al que querremos regresar siempre por muchas razones. Por encontrarse en plena naturaleza y tener un paisaje espectacular, por su autenticidad, por la tranquilidad...Es el sitio perfecto para no hacer nada, salvo tumbarse en una hamaca a la sombra leyendo, escribiendo o simplemente dejando que pase el tiempo, mientras escuchas música de Tracy Chapman, Bob Dylan o Led Zepelin que ponen en el chiringuito de enfrente.



Además de no hacer nada, también alquilamos unas bicicletas y nos fuimos a dar un paseo hasta la otra isla, Don Khon, donde hay unas cataratas y a la que se llega atravesando el puente francés que las une.

Al volver de las cascadas, nos comimos  un coco y estuvimos jugando con los hijos de la mujer que atendía el puesto



De esta manera se pasaron los días aqui, sin darnos cuenta y tuvimos que tomar la difícil decisión de marcharnos. Así que compramos los billetes para Champasak, otro pueblecito a orillas del Mekong. Como la experiencia en la furgoneta no había sido muy positiva, pensamos que sería mejor el autobús, por lo menos tendríamos cada uno nuestro asiento. El viaje fue como pasar del paraíso al infierno sin que te dé tiempo a pasar por el purgatorio. Nos habían vendido un autobús VIP que salía a las once de la mañana, con el bote incluído. Así que a la hora señalada, unos cuantos guiris nos apelotonábamos en la playa. Metidos en nuestro bote, casi a presión, con el equipaje de todos y una importante escora a babor, nos dispusimos a iniciar la travesía de unos diez minutos, que nos llevaría a tierra firme. Ibamos muy despacio y cuando nos cruzábamos con alguna embarcación laosiana nos miraban como diciendo: "estáis pirados".
A eso de las once y media apareció una carraca destartalada con una rueda pinchada y un cristal roto que resultó ser nuestro autobús VIP. El conductor y su ayudante sudaron la gota gorda para cambiar la rueda, pero finalmente a eso de la una y veinte nos pusimos en marcha. Nosotros no nos percatamos, pero parece ser que el autobús también se inclinaba hacia un lado, hasta el punto que oímos al chaval argentino que decía: "Xo no quiero morir acá, aún quiero tener un hijo" Así que nos dimos la vuelta riendo y nos preguntó: "¿ustedes quieren morir acá?"

La verdad es que en la foto se ve mejor de lo que era...

Menos mal que solamente teníamos una hora y media de viaje. Por fin llegamos a nuestro destino, no sin antes tener que "aclarar" a nuestro guía que teníamos el transporte pagado hasta el embarcadero y no hasta la carretera donde nos quería abandonar. Finalmente accedió a pagarnos un tuc tuc hasta Van Muang, donde cogimos otro "ferry" hasta Champasak.

Nuestro ferry para cruzar a Champasak.
Al llegar al otro lado del río, nos encontramos con una pareja de españoles, que nos comentaron que aún nos quedaban dos kilómetros para llegar al centro del pueblo y no había tuc tuc a la vista. No nos hacía ninguna gracia pensar que con la solana que estaba cayendo, íbamos a tener que caminar...Afortunadamente no fue así, encontramos un transporte que nos llevó a Champasak, que es la tranquilidad absoluta hecha pueblo. Dimos con una guesthouse por cinco euros la habitación, y con un lugar para cenar en una restaurada villa francesa donde dimos cuenta de una excelente pizza, acompañada, por supuesto de una Beer Lao.

En esta localidad visitamos el Wat Phu Champasak que es un conjunto arqueológico jemer declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Su estado de conservación es bastante malo, pero el entorno en el que se encuentra situado es una maravilla: lagos artificiales, árboles frangipani que flanquean la subida a la terraza superior, en la que se encuentra el santuario, y finalmente las montañas cubiertas de densa vegetación.





Otros viajeros con los que nos habíamos ido encontrando nos habían dicho que este pueblo no tenía nada de particular, sin embargo a nosotros nos ha encantado pasar unos días aqui. Te da la oportunidad de relacionarte con la gente, y el paisaje es espléndido. Basta con asomarse a la ribera del Mekong para ver playas interminables, a los niños bañándose en el río, a los pescadores echando las redes al atardecer...


De Champasak volvimos a Pakse en una camioneta abarrotada de lugareños y nos dirigimos a la estación de autobuses para comprar el billete que nos llevaría a Vientian, la capital de Laos.



Ya teníamos ganas de hacernos una foto con nuestro equipaje. La primera en cinco meses.

2 comentarios:

Xabier Mendizabal dijo...

Bueno, bueno, habrá que dar un poco de vidilla al blog, que estos días se ven por aquí menos comentarios. ¡Cómo se ve que tengo tiempo!, porque la verdad es que internet te quita bastante tiempo diario.
¡Qué majos se os ve a los dos!. Como se ve que os cuidais bien, vamos, que no os privais de nada (Pizza, cervecita), buenos restautantes y encima baratos.
Es increíble la picaresca que se vé en vuestros comentarios. Le "teneis que recordar" al guía que no se olvide de resolver vuestro transporte en Tuc Tuc o en lo que sea. Lo de los tuc tucs, se ve que se impone en muchos países por los que habeis pasado. Me parece una buena alternativa a los coches, y además, barata, según veo en vuestros comentarios. Como te descuides, a la mínima te la juegan, como en casi todos los lugares donde se piensan que el turista es una caja fuerte andante.
En parte es comprensible, pero a mí me acabaría agobiando que todo el mundo estaría pendiente de mí (como cuando estuve en Marruecos, que todos te asediaban, te querían vender hasta a su madre, y no te dejaban ni a sol ni sombra). Al final, eso acaba agobiendo, y ante todo, para mí, un viaje si no va acompañado de tranquilidad y sosiego, al final acaba agobiendo.
Me imagino que será cuestión de "cambiar el chip", y ponerte a su altura, aunque al principio pueda costar un poco.
Lo del autobús "vip" de chiste. Si os llegan a decir que es un autobús viejo, vamos, que os vais en el tren de San Fernando (ya sabeis, unas veces a pié, y otras andando).
Por otra parte, menudo acojono hubiera pasado yo en una barcaza atiborrada hasta las cartolas, sin saber nadar.
El 15 de marzo hace medio año que os pirasteis por esos mundos de Dios, y trece días más tarde, a mí me caen encima ¡50 primaveras! (más bien otoños, diría yo a estas alturas). Si no recuerdo mal, tambien Jon cumple años en Marzo, aunque no me acuerdo del día. Mis felicitaciones por adelantado.
Pues nada, a seguir conociendo, viendo, charlando, experimentando, alucinando, y sobre todo, conociendo y comprendiendo este extenso y variado mundo en el que vivimos. Seguiré atento a vuestras peripecias. Ondo segi, eta besarkada aundi bat biontzat.

Xabi Mendizabal.

Anónimo dijo...

Kaixo,

No me extraña que os haya dado pena iros, la verdad es que esa zona tiene buena pinta.
Silvi, ¿Qué tal con tu inglés???? Ya serás una máquina pronunciando guesthouse y beer, jaja. Aquí os esperan la beer Donostia y la beer Pasaia que están de muerte.

Muaaa, esti